La vida es el don supremo que hemos recibido de Dios.
Encuentra su sentido pleno cuando se entrega.
Exige amarla, cuidarla, defenderla y potenciarla con sentido de responsabilidad para llevarla a la perfección en el amor.
Al hablar de vida, queremos hacer referencia al don inestimable de la creación, la confirmación de la acción creadora que se confía al ser humano para usarla responsablemente, custodiarla, promoverla, y el asombro ante sus maravillas.